Recuerdo el día en el que estaba saliendo de la sala de cine después de la Avant Premier de El Origen y sí, aún recuerdo la sensación increíble que me hizo sentir, una mezcla entre extrañeza, diversión y, por qué no decirlo, agradecimiento al haber presenciado semejante experiencia visual cinematográfica. Recuerdo que esa noche me costó quedarme dormida y cuando lo hice tuve extraños sueños. La película me siguió a casa y se quedó conmigo por mucho tiempo. No pude soportar no ir a verla varias veces más al cine y comprarla cuando salió en su formato casero. Necesitaba verla y analizarla, necesitaba detalles y era un disfrute de principio a fin. No solo se convirtió en una de mis películas favoritas del director Christopher Nolan, sino que entró al top 10 de mis películas favoritas de la vida, esas que cada cierto tiempo debes revisionar para seguir deleitándote en sus detalles.

Ya han pasado 10 años desde su estreno y aún me sigue maravillando, no solo su guión exquisito, sus magníficos efectos prácticos y la música de Hans Zimmer que, una vez más, dejó una marca en la historia, sino porque, para aquellos que estamos interesados en la ciencia de lo onírico, la historia se ha convertido en un referente por lo bien documentada que se encuentra. Nadie había representado tan bien los estados del sueño como El Origen. La extrañeza del sueño se mezcla con la realidad y nos hace preguntarnos cuando estamos soñando y cuando no, esa mezcla que Nolan logró es impresionante y definitoria.

El filme, ganador de 4 Premios de la Academia, se convirtió en la tercera película más taquillera de 2010, su intrincada trama no solo se adentra en los espacios oníricos, sino que también propone una rica teoría sobre el tiempo en el estado de sueño respecto a la realidad. Además, es un excelente drama que trata sobre el dolor profundo de la pérdida y cómo este se puede entrometer en nuestro actuar y cómo una simple idea nos define como personas.

Detalles tan perfectos como que el apellido de su protagonista Dom Cobb, interpretado por un inspirado Leonardo Di Caprio, en varios idiomas significa «sueño», o que Ariadne, el personaje interpretado por Ellen Page, saca su nombre de la mitología de quien ayudó al minotauro a salir del Laberinto, o que las iniciales de los personajes: Dom, Robert, Eames, Arthur, Mal y Saito, forman la palabra DREAM  (sueño en inglés), Inception es una intrincada superficie de capas superpuestas que requieres varios visados para ir desentrañando, tal cual el laberíntico onírico propuesto por los personajes en la misma película. Estas capas no solo representan el sueño mismo, sino que son la estructura mental que vamos creando sobre un dolor que muchas veces intentamos tapar, pero sobre el cual construimos nuestra propia esencia.

La visión de Nolan del proceso del sueño es elegante y compleja y esta se ve reflejada en una construcción visual, pero también metafórica. Los sueños son compartidos y son un reflejo de la personalidad de los caracteres de sus personajes, convirtiéndose en una especie de puente que los une, incluso un puente entre la vida y la muerte, un puente entre la realidad y lo que la mente cree como real, que muchas veces no son la misma cosa.

El cineasta hizo una extensa investigación que le tomó una década para plasmar su idea, pero los actores también comenzaron a obsesionarse con la idea de los sueños, Di Caprio comenzó a leer a Sigmund Freud para crear a su personaje. Lo mismo sucedió con Marion Cotillard y Nolan supo explorar esa creciente tensión entre los actores para su constructo de amor trágico que quería reflejar en su obra.

Pero después de todo, Inception es una gran «heist movie» como se le llama a este tipo de producciones que hablan sobre el robo o atraco, con los personajes típicos representados que buscan robar, o en este caso implantar, una idea en la cabeza de un joven heredero de una gran compañía y para ello se forma un grupo representado por un reparto de estrellas de la talla de Michael Cain (el fetiche de Nolan), Tom Hardy (el segundo fetiche de Nolan, pero no se le puede culpar tampoco), Joseph Gordon-Lewitt, Ken Watanabe y Ellen Page.

Se seguirá hablando de esta película por mucho tiempo más, Nolan logró llevar su cometido de crear una obra que va más allá de su tiempo y que se ve y se palpa mejor incluso con el paso de los años, una obra que ha envejecido bien y que sigue dando que hablar y maravillando a aquellos que se dan el tiempo de mirar más allá de su superficie, de mirar esa película dentro de la película.

 

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