La semana pasada se estrenó en Netflix un drama legal histórico que revive El juicio de los 7 de Chicago, un juicio llevado a cabo el año 1969 entre Estados Unidos contra Abbie Hoffman, Jerry Rubin, David Dellinger, Tom Hayden, Rennie Davis, John Froines, Lee Weiner, y Bobby Seale.
La película fue escrita y dirigida por Aaron Sorkin (Apuesta maestra, Red social, Cuestión de Honor) y protagonizada por un elenco de estrellas: Sacha Baron Cohen, Eddie Redmayne, Joseph Gordon-Levitt, Yahya Abdul-Mateen II, Jeremy Strong, Mark Rylance, Frank Langella, Michael Keaton y John Carroll Lynch.
En octubre de 1968, la convención del Partido Demócrata debía elegir su candidato presidencial. El presidente Johnson tuvo que resignar sus ansias de reelección debido al descrédito por la creciente participación norteamericana en Vietnam. Luego quien parecía el candidato perfecto a sucederlo, Bobby Kennedy fue asesinado; esta muerte se produjo poco después de otra que hizo cimbrear a la sociedad de Estados Unidos, la de Martin Luther King.
El vicepresidente Hubert Humphrey iba a ser elegido como candidato. Pero antes de eso, antes de que su candidatura quedara firme, en esos cuatro días de discursos, ritos y apoyos, fuera de la sala en la que los delegados jugaban a la política, las calles de Chicago ardieron. Lo que produjo los disturbios fue un cóctel de presión social, grupos de protesta organizados, un clima de época efervescente, la resistencia que producía la guerra de Vietnam y la militarización de la ciudad. El alcalde quiso demostrar que en un año violento (los protestas tras la muerte de Martin Luther King se habían extendido por todo el país), él podía asegurar el orden en su ciudad y que el camino era la mano dura. Entre policías y tropas federales 15.000 hombres armados sitiaban la ciudad.
Las distintas organizaciones pacifistas decidieron movilizarse a Chicago para expresar su oposición a la guerra y al presidente Johnson. La ciudad se puso firme en prohibirles manifestarse frente al lugar en el que se llevaba a cabo la Convención. Tampoco les permitió realizar un festival musical. Cada pedido para realizar una marcha o un acto público fue rechazado por los funcionarios. Los manifestantes (sus líderes) sabían que los choques serían inevitables y que eso redundaría en su causa.
La película parte con una introducción dinámica, donde nos van mostrando a todos los protagonistas, sus organizaciones y motivaciones para terminar protestando en Chicago. Desde un comienzo es claro que todos buscan el mismo fin, aunque de maneras diferentes, haciendo prever posibles roces entre los juzgados. Lo bueno de esta primera parte es que no pierde tiempo en intentar darle un trasfondo o contexto a cada personaje, sino que lo da por asumido y se focaliza de lleno en la lucha de ellos, la cual los llevará a enfrentar a la justicia en 1969.
El modo de contar la historia es muy llevadero, partiendo unos meses antes del juicio, mostrando en qué está cada uno de los hombres para después saltar directamente al tribunal. Lo interesante es que logra una narración fluida de los acontecimientos, aunque teniendo constantes saltos entre el presente y el verano de 1968. En vez de relatar los hechos como se haría en un juicio, lo que a mi parecer estancaría y aburriría a la audiencia, se mezcla la interrogación con los mismos sucesos, lo cual hace sentir un mayor grado de empatía con los siete juzgados al observar de primera fuente el acontecer de los hechos.
El director Aaron Sorkin es el responsable de que funcione de manera tan continua la historia, sin perder un orden y sentido entre tanto salto en el tiempo. Además, utiliza grabaciones originales de esa época, mezclando recreaciones y filmografía de 1968. El cineasta ya había trabajado previamente en otro drama jurídico en 1992 con Cuestión de Honor (A Few Good Men), por lo que en esta nueva entrega vuelve a repetir una fórmula que combina al derecho, el juicio y los hechos con una proporción adecuada de cada uno de estos para lograr una prolija presentación.
En cuanto a las actuaciones, de este talentoso elenco, son muchos los que destacan. Primero, Joseph Gordon-Levitt, quien interpreta a Richard Schultz, el fiscal designado por el Estado para perseguir a los acusados. Pese a ser el personaje que uno asociaría al antagonista, el actuar y carisma del actor hacen que sea difícil reprochar el actuar del abogado. El verdadero villano de la historia es el Juez Hoffman, interpretado por Frank Langella, que representa todo lo malo del sistema de justicia estadounidense en ese tiempo, aunque los acontecimientos de este año hacen que la aversión hace él sea mayor. Luego está Eddie Redmayne, el actor británico que en esta película se desprende completamente de su nacionalidad para interpretar a Tom Hayden, contrario a la guerra de Vietnam, pero con ideas y medidas mucho menos radicales y divergentes que los demás procesados. El personaje de Eddie logra un convincente e interesante choque con el personaje de Sacha Baron Cohen, quienes están constantemente en conflicto por sus diferencias de cómo llevar adelante la lucha.
Sin duda esta película logrará llegar a las audiencias, tanto estadounidenses como chilenas por el contexto actual. En Estados Unidos la lucha contra el racismo y el abuso policial tuvo un punto de clímax hace unos meses en donde pudimos ver hechos similares a los que se muestran en la película. En Chile vivimos algo parecido, donde un profesor por destruir un torniquete tiene un juicio y medidas restrictivas, mientras que los fraudes millonarios al fisco son perdonados con miserables multas sin ningún día de cárcel y clases de ética. La lucha de los personajes, aunque si bien es contra la guerra, termina siendo contra el sistema de justicia y la policía que no da tregua.
El juicio de los 7 de Chicago es una película vibrante, que pese a tratar un injusto suceso del siglo pasado, no podría representar de menor manera lo que está pasando actualmente. Sus buenas actuaciones, dirección y cercanía con la realidad la hacen una candidata perfecta para los premios más importantes de la industria. La manera en que es contada la historia es prolija, haciendo que las dos horas de duración de la película se pasen volando.
El juicio de los 7 de Chicago ya se encuentra disponible en Netflix, para que le den una oportunidad a una excelente película.
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