«Quien tome el castillo, tomará la nación»
Castillo de Chillon en Suiza, Castillo de Malbork en Polonia, Chateau Gaillard en Francia, y Castillo de Guimaraes en Portugal son algunos de los lugares mencionados como fortalezas imposibles de conquistar, y han creado toda una historia alrededor de ellos.
Originalmente creados por orden de emperadores o reyes, estas fortalezas de piedra alta y guardias apostados en las torres eran el símbolo máximo del poderío conquistador de un reino, y al mismo tiempo, la amenaza final que debía conquistar el enemigo si deseaba tomar ese territorio.
En algunos casos se trataba de castillos, en otros, de ciudadelas amuralladas que desafiaban la altura del cielo y el paso de los años, y también, eran el refugio donde el monarca dictaba las órdenes apropiadas para el desarrollo de la guerra.
Se decía que quien tomara este último bastión, conquistaría el reino, y en muchos casos era así.
La existencia de estos enormes fuertes fue fuente de mitos de todo tipo, tanto por las aventuras ahí vividas como por las leyendas construidas a partir de los hechos; por los laberintos, los fantasmas y las historias, se transformaron en curiosas piezas vivas de arquitectura, y posteriormente en sitios turísticos de gran atractivo.
La humanidad moderna ha construido sus propios sitios inexpugnables, como el Banco Mundial de Semillas del “Juicio Final” en Noruega o el Área 51, y aunque en el caso actual son con motivos algo más científicos, de todos modos tienen ese halo de misterio a su alrededor, que ayuda a crear nuevas leyendas urbanas.
Una fortaleza como estas es el nudo de la historia en Constantinopla, y los invito este viernes a conocer una reseña en la sección Libros.
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