“La muerte usa guantes quirúrgicos”
Un crimen se ha convertido cometido en la clínica Nightingale y el superintendente Adam Dalgliesh tendrá que inmiscuirse en la investigación ¿quién podría querer asesinar a una enfermera? ¿Cuántas armas homicidas hay en una residencia médica? A partir del momento del primer crimen todos se volverán sospechosos, pero lo más grave es que todos se volverán potenciales víctimas.
La ambientación es uno de los elementos principales en esta novela; se trata de un edificio cuyo nombre coincide con el de la renombrada enfermera madre de la profesión, sin tener una conexión directa. Un lugar que parece arrastrar una historia sombría y misteriosa, que se ha impregnado en los muros del lugar; la construcción parece poco cómoda y sin duda no apropiada como residencia para enfermera, pero la pregunta que asalta la mente es ¿esto sólo una idea subjetiva, o en el fondo es una forma muda de anticipar los hechos que se están desarrollando en el interior?
Como es usual en las novelas de esta autora, habrá espacio suficiente para conocer ciertos elementos de la vida personal de los personajes; suficiente para saber quiénes son, pero no demasiado como para adelantar quién tiene las manos manchadas de sangre. Mientras este desarrollo del carácter de los personajes avanza, lo hará también la investigación, en donde el superintendente utilizará todos sus conocimientos para tratar de llegar a la verdad.
En un sitio como este la cantidad de sospechosos es limitada y es de fundamental importancia establecer quién estuvo en qué sitio en qué momento, al mismo tiempo que los expertos determinan con exactitud cuál fue la hora del crimen. El primer obstáculo que se interpone en la investigación es que las acciones violentas no terminan con la primera muerte; el segundo, que los indicios parecen ser confusos, como si lo que parece un asesinato pudiese tratarse de un accidente o un suicidio. Desde luego estos múltiples escenarios influyen tanto en la óptica que el investigador tendrá que aplicar como en las actitudes de los personajes involucrados; algunos pueden creer que deben callar para encubrir a otros, algunos pueden hacerlo por temor, pero sólo ciertas personas específicas callarán o cambiarán su versión de los hechos porque son culpables.
Además de la ambientación y el detalle de la labor de ambas profesiones involucradas, es decir la enfermería y la investigación como elementos lógicos para que el lector pueda anticipar el resultado, lo cierto es que al momento de descubrir quién cometió el crimen, es posible hacer una retrospección por la historia y confirmar que esta opción no sólo era probable, sino que además posible. La autora utiliza con maestría todos estos elementos para presentar una historia sobre grandezas y miserias humanas, y cómo estas pueden cambiar por completo el curso de los acontecimientos.
¿A quién lo recomiendo?
A fanáticos de la novela policial, y también a quien quiera conocer este género a través de una historia rápida de leer y con interesantes giros.
Nos leemos en una próxima edición de este espacio, donde revisaré otro libro que leí alguna vez.
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