Ya es un record total de espectadores, así que lo saben: Tony Stark está¡ de vuelta. De ser un superhéroe menor para los neofitos pasó, luego de una increíble adaptación fílmica hace un par de años, a estar a la altura en popularidad de amados por todos como Batman y Spider-Man. Ahora, desde el jueves pasado ya pueden disfrutar de la obligada y también archiesperada segunda parte. La vimos, cortesía de UIP, y te la comentamos aquí sin spoilers, sin verdad absoluta€.
Jon Favreau tiene una ventaja extraña a su favor en el Hollywood de estos días. No tiene que preocuparse por remakes, reboots, y absolutamente nada más que de ser fiel al éxito de su original y propia obra, la primera Iron Man. Lo que hizo tan poderosa a la película de 2008 fue precisamente eso: la sorpresa. Eso, y un casting impecable junto a dosis de acción patea-traseros-con música de rock a todo dar. En realidad la ecuación es simple: con un sarcástico hombre de metal volando tanques al ritmo de AC/DC y Black Sabbath no te puedes equivocar. Favreau lo sabe bien y por eso, incluso teniendo que reemplazar ese factor sorpresa del 2008 por la pesada expectativa de una segunda parte, con Iron Man 2 no falla. De hecho, sabe tan bien lo que hizo un éxito a la película anterior, que estamos en presencia de una verdadera segunda acertada, una real secuela y continuación de la original. Tanto así, que hasta podrías pegar Iron Man y Iron Man 2 y hacer una sola, gran película (con el Único pero de que el Teniente Rhodes cambiaría a la mitad).
La acción comienza justo donde termina la primera entrega, con un amargado y decadente genio ruso llamado Ivan Vanko (el maestro Mickey Rourke, interpretando a una mezcla de los clásicos villanos del comic Crimson Dinamo y Whiplash) observando la conferencia de prensa donde Tony Stark (Robert Downey Jr., que una vez más demuestra que nació para hacer este papel) revela al mundo que es Iron Man. De ahí en adelante, se desarrolla una historia de venganza donde el pasado del clan Stark y de su padre Howard tomarán un rol primordial. Primordial es también la participación de los personajes secundarios: Pepper Potts (Gwyneth Paltrow) y el fiel asistente y chofer Happy (interpretado por el mismísimo director, Favreau) tienen mucho más tiempo en pantalla, y los nuevos elementos (la malvada mente maestra y Tony-Stark-wannabe Justin Hammer y la sensual agente de S.H.I.E.L.D Viuda Negra) se roban la cinta en sus respectivas secuencias. Hasta personajes mínimos de la primera parte, como el Agente Coulson o la periodista Christine Everhart hacen sus apariciones, afiatando esa sensación de unidad poderosa. En lo visual, la película no se esfuerza en mejorar y se conforma con repetir los pulcros efectos y despliegue de la original (o sea, acción a todo trapo pero con algunas cabezas flotando en cuerpos CGI a ratos). El guion es sencillo, como en la primera: esto no es The Dark Knight, es una cinta familiar con poco contenido moral y mucho contenido explosivo. Las dosis de rock, cosas volando por los aires y humor están por las nubes, y si sumamos a esto la aparición de War Machine y los obligados guiños ñoños a la futura The Avengers (quédense después de los créditos y perezcan!) tenemos justo lo que alguien que quiere ver Iron Man 2 está buscando: Un mar de poderosa y sana diversión a la altura de las expectativas y nada más.
Y tan poderosa es, que he decidido inaugurar un nuevo sistema de evaluación y medida de locool-patea-culos-cabron con esta película. Usando como vara lo más cool-patea-culos-cabron que existe (o sea, Samuel L. Jackson por supuesto, que además está en la película para rematar), mediremos en la escala cuantos SLJ marca cada cinta que lo amerite, siendo 1 SLJ algo tan increíblemente genial, que solo podrá ser el mismísimo Samuel L. Jackson. En este caso, Iron Man 2 marca un sólido porcentaje (EDIT: diremos “puntaje” en vez de “porcentaje”, para los matemáticos quisquillosos allá fuera!) de 0,99 SLJ, es decir: toda una Bad Muthafucka para que la gocen como corresponde, en una pantalla gigante con harto pop-corn y el consejo de siempre: no importa lo que escuchen, ni lo que lean ¡Vean y sean sus propios críticos!
Inti Carrizo-Ortiz
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