Queridos freakys, hablemos de la diversidad. Aquello que es una palabra muy dicha en estos tiempos porque es algo que se pide en películas y series, porque a pesar de ser ficción, deben mostrar una realidad, por lo tanto, no resulta extraño que estén atentos a las audiencias que requieren sentirse identificados con lo que ven ya sea con un tema de raza u orientación sexual.
Y un organismo que ha tenido que dar sus pasos a toda prisa es la Academia, después de la Ceremonia de 2016 en que tanto actores, actrices y productores lanzaron en twitter el hashtag #OscarSoWhite, fue el primer aviso a la Academia que debía renovarse, y fue el puntapié inicial a que la academia agregara más miembros afroamericanos a sus filas y  películas nominadas con participación protagónica de actores y directores negros. Esto volvería a ser un tema contingente, gracias a las elecciones presidenciales con los discursos de odio del cheeto gigante que posteriormente fue elegido presidente, Donald Trump, el mensaje era uno y estaba más que claro: la representación se volvía aún más necesaria.
Y eso fue lo que más notamos en la ceremonia pasada de entrega de los Óscars. Los hashtag #MeToo y #TimeIsUp fueron aquellas causas que estuvieron en el epicentro de la premiación, asi como también, de alguna manera fue la “noche latina”, lo que daba algunas claves que se podría llamar a artistas latinos a que formen parte de la academia y así se hizo.
La academia entonces en un esfuerzo invitó a por lo menos 928 personas de todos los ámbitos artísticos a integrar la academia, buscando llenar los espacios entre las minorías a quienes antes no había mirado, ya fuera mujeres, afroamericanos y por sobre todo Hispanoamérica.


Ricardo Darín, Andy y Bárbara Muschietti, Eugenio Derbéz son algunos de los nombres que fueron incorporados a la academia, y también hay gente chilena que sumó: las actrices Daniela Vega (Una Mujer Fantástica) y Paulina García (Gloria), Pedro Pascal (Kingsman: el Círculo Dorado), la cineasta Maite Alberdi (Los Niños, La Once), la montajista Soledad Salfate (Gloria, Una mujer fantástica), el guionista Guillermo Calderón (El Club, Neruda) y Gonzalo Maza, (co-guionista de Gloria y Una mujer fantástica junto a Sebastián Lelio) son la camada chilena que se une este año a la asociación que premia año a año a lo mejor del cine. Ellos se unen así, al selecto grupo de chilenos que ya estaba en esta agrupación entre los que estaban previamente: Gabriel Osorio y Pato Escala (Historia de un Oso), Sergio Armstrong (No, La Nana), Sebastián Lelio, Pablo y Juan de Dios Larraín, Alvaro Arce, Patricio Guzmán, Claudio Miranda y Alejandro Jodorowsky.
¿Hay algunos otros nombres que se unen también? Si, si nos vamos al terreno de otros países tenemos a: Timothée Chalamet (Llámame por tu nombre), Emilia Clarke (Han Solo: Una Historia de Star Wars), Ricardo Darín (Relatos salvajes), Diane Kruger (Bastardos sin Gloria), Blake Lively (The Town), Daisy Ridley (nueva trilogía Star Wars), Rossy de Palma (Mujeres al borde de un ataque de nervios), entre otros. En cuanto a cineastas, se suman exponentes como Craig Gillespie (Yo, Tonya), Sean Baker (The Florida Project, Tangerine), Luca Guadagnino (Llámame por tu nombre)


La academia además ha afirmado que, gracias a estas nuevas incorporaciones, el 49% de los nuevos miembros son mujeres, generando que al 2018 la membresía femenina llegue al 31%. Sumado a eso, un 38% de los nuevos miembros son de raza negra, haciendo que este grupo pase del 13% en 2017 al 16% este año. Puede que suene a que son cifras más bien, pequeñas, pero, es un gran paso para un organismo como el de los Óscars.
Ahora, seguro se preguntarán, ¿Y qué labor ejercen ellos Kobato? Y les diré: todas las personas que he mencionado tienen la tarea no menor de evaluar y seleccionar a los nominados y ganadores de los premios Oscar año a año. Y sin duda lo que todas estas nuevas incorporaciones a la Academia decidan, harán que el cine se mantenga entregando un mensaje de aceptación y representación, que pese a todos los embates sociales que existan, se mantiene. Y considerando la complicada realidad social en la que vivimos, eso se vuelve la esperanza que nos hace volver a ver una película.

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