A raíz de una nueva controversia respecto a Blancanieves (1937) y su beso final, me puse a reflexionar sobre el tema.
¿Qué pasó? pues bien, Disney actualizó un clásico en su parque: Blancanieves que mezcló nuevas técnicas dentro de su atracción y agregó en ella el “beso de amor verdadero” en el final del viaje. Esto generó polémica, por tratarse de un beso no consensuado y el mal ejemplo que este da a los niños.
Estamos de acuerdo, hoy se ha visibilizado un gran número de situaciones que antaño eran normalizadas y hoy no se toleran. El movimiento Me too, hizo lo suyo, poniendo en el tapete situaciones de Hollywood impresentables que eran un secreto a voces, en una industria que esperamos cambie respecto a los abusos y se condenen tajantemente. Pero en la otra vereda está la política de cancelar diferentes tipos de cintas por su contenido controversial hoy, siendo que reflejan un pensamiento y realidad de la época en que fue creada.
En ese sentido, estoy a favor de la visibilidad que están logrando minorías y la aplaudo, así mismo el cuidado que se tiene en los contenidos infantiles actuales, pero cancelar y/o sacar de catálogo determinadas cintas, por su contenido, me parece un exceso. En algunas ocasiones se ha optado por cambiar las versiones de las cintas para que “encajen” con los nuevos estándares lo que en algunos casos personalmente me parece que es un error. Conocido es el caso de “Lo que el Viento se Llevó” (1939), su quiebre de stock en ventas domésticas al ser criticada en relación a aspectos de su contenido y el miedo del público de que fuera editada o sacada de catálogo.
Otro caso curioso es la salida de Aristogatos (1970) del catálogo de Disney + por un motivo similar.
La gran pregunta aquí es si la actual moda de cancelación es correcta, pues mina el derecho de las personas a disfrutar diferentes contenidos en virtud de un pensamiento. En el caso de los padres, les quita la oportunidad de ver determinadas producciones infantiles y enseñar por medio de ellas a los más pequeños. O por último disfrutar de la cinta, tal cuál la viste por primera vez lo cual es completamente válido.
En lo personal me complica a veces ver que por esta política de cancelación se llegue a pretender hacer desaparecer reflejos de nuestra propia historia, fotografías de un momento en la sociedad, pues siempre he pensado que un pueblo sin memoria, arriesga a repetir sus horrores una y mil veces.
La tolerancia implica el respeto por el otro y en especial aceptar que puede ver el mundo desde otro matiz, sin intentar obligar a este a pensar diferente. Personalmente siento que en este caso algunos olvidan que sus derechos terminan cuando atropellan a otros y cancelar títulos por un pensamiento implica implícitamente el imponer una postura por sobre la de otros sin aceptar matices u otras visiones al respecto. Me imagino un mundo en que se prohíbe ver cine, por sus temáticas, formas de planteamiento o personas involucradas y me viene a la mente épocas oscuras en nuestra sociedad.
El cine es un arte, puede gustarte una obra o no y estás en tu derecho, de hecho ese es su propósito, generar una reacción. Si no se está de acuerdo con sus temas, no la vean y dejen al resto disfrutar tranquilos.
Me parece que la cancelación hoy es un fenómeno bien complejo que tiene diversos matices y da para profundas reflexiones, la idea es que esta nota sirva para plantearse las diferentes visiones y generar conversaciones e intercambio de opiniones. Acepto que no soy poseedora de un verdad absoluta, todos tenemos derecho a pensar diferente.
El tema es ser tolerante y permitir el diálogo, una forma de crecer y evolucionar todos.
¿Qué piensas tú de la cultura de la cancelación? Déjanos tu comentario
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