«¿Cuánto estás dispuesto a pagar por una entrada al cine?»
Ser fanático de algo siempre involucra un costo emocional y monetario para quien tiene esta pasión, y no lo digo solo dentro de nuestro mundo freak; cualquier cosa que sea un gusto o divertimento significa gastar tiempo y dinero, ya sea en coleccionar servilletas o automóviles. La pregunta es ¿Cuál es el límite que una persona está dispuesta a alcanzar (o cruzar) en nombre de ese fanatismo?
Hace poco el inicio de venta de entradas de Avengers Endgame generó una histeria colectiva digna de un análisis patológico; si bien no es este el lugar para hacerlo, sí es menester mencionar que debido a esta histeria surgieron revendedores que, viendo un rentable y sencillo negocio, compraron las entradas que pudieron para ponerlas a la venta en precios cada vez más elevados, llegando a sumas superiores a varios cientos de dólares. Pero la película no va a estar en sala solo un día, de seguro estará meses en cartelera y hasta en la pantalla del estacionamiento, lo que nos lleva a que esta locura no es por la película: es por estar ahí el primer día.
El que una persona gaste la cantidad de dinero que sea en algo siempre es una cuestión de puntos de vista y es personal, pero no porque sea decisión propia quiere decir que no podemos tomar distancia y analizar estas conductas, para lo que voy a citar algunos ejemplos.
Transformers es una marca de larga data en el mundo del entretenimiento, y como fabricante de figuras, Hasbro ha puesto en venta tanto figuras de retail general como exclusivas, algunas de ellas en unidades limitadas, y aunque estas puedan tener elevados precios, los antiguos sellados pueden sorprender; un buen ejemplo de esto es Fortress Maximus G1, una base/robot bastante grande, de los más de todos los tiempos. Con la actualización monetaria podríamos decir que costaba unos 300 USD nuevo hace casi cuarenta años, pero si alguien quisiera comprar uno nuevo y sellado de esa época en la actualidad tendría que pagar sobre los 2000 USD ¿Cuál es la diferencia? Pues que solo una figura sellada puede ser considerada completamente nueva, y para algunos es menester que llegue a sus manos en ese estado, pero una figura muy bien conservada puede estar en perfectas condiciones a pesar de haber sido sacada de la caja. Otro ejemplo es el de Micron Unicron, que fue puesto a la venta en los dosmiles en Japón y en unidades limitadas, lo que llegó a disparar su precio sobre los 3000 USD. Y estamos hablando de una figura cuya particularidad es ser de plástico verde traslúcido con el mismo molde del original que es mucho menos costoso.
Barbie, este imperio de la moda y profesiones en muñecas también tiene su ejemplo, con un ejemplar dado por la antigüedad y otro por la exclusividad; la Barbie original de 1950 puede llegar a costar más de 20.000 USD, dado que es irrepetible y en caso de hacer una copia del molde sería un remolde y no la antigua figura. Por otro lado, Stephanie Canturi, muñeca cuya joyería fue diseñada por Stephano Canturi, posee un collar de esmeraldas reales, lo que dispara su precio a la alucinante suma de 300.000 USD. Incluso puedo salir del ambiente de las muñecas tan complejas y mencionar algunas de sus casas o ediciones coleccionistas, que ostentan precios sobre los 400 USD, llegando a duplicar o triplicar esta cantidad dependiendo de cada modelo.
Si bien el mundo de los videojuegos de pago involucra un costo por la adquisición de las consolas y los propios juegos, hay ciertos estándares que han sido rotos por determinadas empresas; un ejemplo de ello es el juego Steel Battalion de Xbox junto a Capcom, un shooter que nos ponía en la piel de un guerrero que pilotaba una especie de tanque bípedo. Pues bien, un set de control para este juego, que pueden ver en la fotografía adjunta, tuvo un costo de lanzamiento de 200 USD, y en la actualidad se le puede encontrar en sitios de venta por sobre los 400 USD; la justificación de este valor elevado estaba en que el control era una réplica completa de mandos y pedales que tenía el juego. Quiero aclarar que estoy dejando fuera las ediciones de consolas bañadas en oro y con incrustaciones de diamantes porque eso es harina de otro costal.
En el mundo de la música y especialmente en Chile las entradas para los conciertos son bastante caras; desde la media de 300 mil para Paul McCartney, hasta los sobre 500 mil para quien quiera una de las más costosas, se trata de una oportunidad restrictiva, pero eso no es solo aquí. Una entrada para el tour de Drake puede costar 200 USD, y para Adele más de 450; en tanto, una entrada para la residencia recientemente terminada de Britney Spears en Las vegas podía costar hasta 350 USD.
En el mundo de la tecnología para teléfonos celulares, donde cada treinta segundos sale a la venta un nuevo terminal, accesorio o modelo, existe uno de los campeones en la relación costo – producto, que es Apple. Su forma de negocio es muy exclusivista, haciendo que si compras un teléfono, debas comprar sus accesorios y complementos, los que son en promedio un 40% más caros que el mismo elemento de otra marca; este método ha sido a menudo objeto de críticas y burlas porque hay un segmento de la población que se siente en un nivel social superior por acceder a estos productos.
Este breve recuento sirve para contextualizar la forma en que el mercado ha sabido identificar el amor y la pasión del público por un producto y sacar ganancias millonarias de este, fabricando material o presentando formatos muy específicos que crean en el usuario la sensación de estar adquiriendo algo muy especial, que le proporcionará una experiencia distinta o mejor, permitirá estar a la moda o entregará un status diferente.
Quienes toman la decisión aquí son los usuarios, como siempre, pero me permito preguntar ¿Cómo influye esto en tu vida? No es difícil encontrar casos de personas que son capaces de dejar de comer por semanas con tal de reunir el dinero para alguno de estos placeres, o que adquieren deudas que después no pueden pagar; entiendo que admires a un artista o te guste una figura, pero ¿Es necesario llegar a comprometer tu tranquilidad para conseguir esta experiencia? Hay quienes se aventuran a comparar el resultado de obtener este tipo de tesoros con el consumo de sustancias alucinógenas, ya que al conseguir el objetivo se liberan endorfinas que producen una sensación de satisfacción en el organismo; cosa peligrosa porque puede generar un tipo de adicción similar. Al respecto soy cauto y digo que cada caso es diferente, pero sí me parece que es necesario tener estos factores en cuenta ¿Vas a deprimirte porque no pudiste comprar una entrada? ¿Te arruinará el día o la semana que no alcanzaste la preventa del ticket de concierto o la preorden de una figura?
Quieres una figura, un accesorio para un juego, una firma, una entrada, está bien que lo quieras pero ¿Eso afecta tu vida? Si necesitas adquirir algo como lo que he descrito para conseguir bienestar emocional, o si la ausencia de ese elemento fractura tu estabilidad, quiere decir que hay algo que no está funcionando bien.
El coleccionismo y todas las aficiones deben ser algo que acompañe tu vida, un suceso que te ayude a sentir mejor o pasar un momento agradable, no un punto de quiebre que destruya tu estabilidad y arruine tu estado de ánimo si no lo obtienes.
¿Hay otros que quisieras agregar? Comenta aquí y puedo hacer otro post acerca de ellos.
Nos leemos nuevamente en un post de opinión freak, porque lo que pensamos de este mundo nos hace parte de él.
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