¿Te imaginas un álbum de láminas de hace cincuenta y seis años?
Con motivo del primer, único y a este paso último mundial de fútbol organizado por Chile, todos los fanáticos del deporte del balón tuvieron la oportunidad de coleccionar las imágenes de sus jugadores favoritos, y conocer todo sobre las selecciones de distintos países que iban a enfrentarse en un torneo de clase superior. Todo esto en una época sin celulares, laptops, redes sociales, internet ni peinados estrafalarios.
Sí, todo esto fue posible hace más de cinco décadas.
Mientras todo chile enloquecía con la llamada fiebre mundialera, el estado hacía todo lo posible por maquillar cada lugar por el que pasarían las delegaciones extranjeras y las tiendas de electrodomésticos luchaban por vender radios y televisores como si fueran la solución al hambre en el mundo, la empresa Salo no perdió la oportunidad, y creó su primer álbum, dedicado al deporte que eclipsaría cualquier otra actividad durante aquel año y al hito que marcaría la historia pop de nuestra sociedad.
¿Cómo funcionaba? La dinámica era un tanto novedosa: en el envase de caramelos venía una imagen, que podía pegarse en el álbum, claro que no de forma sencilla como ahora, ya que no teníamos a disposición la facilidad de los stickers. Se pegaban con cola, o podías tenerlas como una especie de naipe, lo que probablemente muchos chicos de esa época hicieron mientras las reunían. Ir a la escuela o juntarse con los amigos llevando consigo la baraja de imágenes de los jugadores se convirtió en una costumbre que, entonces de forma inesperada, perduraría hasta nuestros tiempos.
Escuti, Fifo, Navarro, Leonel, Rodriguez y Toro eran algunos de los emblemas chilenos que se completaban en la escuadra de jugadores; además, podías ir completando las formaciones de los equipos de los otros países en competencia, y armar imágenes grupales, como si estuvieras en el campo de juego con ellos. Además de esto, las formaciones oficiales incluían datos del país, de forma de poder conocer en detalle lo más relevante de todos los contendientes en el magno torneo.
Esta novedosa presentación, y la posibilidad de reunir las imágenes de los futbolistas para tenerlas en mano en una época donde no había televisión de forma masiva fue parte del éxito de la colección, que pasó a convertirse en una leyenda instantánea y en parte de nuestra sociedad; Salo comenzó así su historia como vendedor de láminas y álbumes.
Compuesto por 268 láminas, el álbum Caramelos tuvo un arrollador éxito, que llevó al fabricante a realizar un inédito sorteo de automóviles por álbum completo, una verdadera locura para los años sesenta, y a instaurar en el país la sana costumbre de juntar e intercambiar láminas con los amigos o compañeros de clase.
Algunos años después, el fanatismo por las colecciones de láminas y el futbol se volverían a reunir en una colección local dedicada al campeonato de 1977, iniciando con ello una tradición de álbumes que se extendería a España 82, México 1986, Fifa 1994, la Copa América ’95 y hasta dos dedicados a la previa y la estadía en Francia ’98, por mencionar algunos; la pasión por el deporte del balón se extendió a las generaciones venideras, teniendo como primera piedra a una leyenda absoluta.
Así comienza esta serie de especiales delicados a los álbumes que marcaron nuestra infancia, la de nuestros padres o incluso la de nuestros hijos. Cada mes les presentaremos un compilado de imágenes y un poco de historia relacionada con este tema, y esperamos que comenten y compartan con nosotros, porque recordar es volver a vivir. Y antes de despedirme, anuncio que el siguiente especial será dedicado a nada menos que a Superman en el cine.
Disfruten la galería de imágenes que hemos podido localizar.
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