En tiempos en que los cierres de sagas cinematográficas causan polémica y no dejan contento a todo el mundo, aparece “Sin tiempo para morir” con la intención de salvar un poco el panorama. En esta, la última entrega con Daniel Craig como protagonista, la producción logra hacer crecer un poco más a la leyenda de James Bond con un cierre a la altura de las circunstancias. Con una duración de poco más de dos horas y media y un elenco repleto de estrellas, la película se estrena en cines chilenos este jueves 30 de septiembre.
Al hablar de esta última aventura de James Bond (por ahora), es inevitable mencionar que la cinta contiene un componente nostálgico importante. Es un recorrido por la historia de este agente 007 en particular, pero también de Daniel Craig como la persona que lo ha encarnado por quince años, lo cual no es poco. Esta película juega con algunos guiños característicos de la saga, como el famoso disparo a la cámara o la célebre frase “Bond… James Bond”, pero de maneras que se sienten orgánicas, bien escritas y sumamente divertidas.
Sin ahondar mucho en la trama, nuestra cita final con Bond se basa en volver a visitar su pasado para hacerse cargo de su futuro. El guión desarrolla esto utilizando caras conocidas, pero apelando también a la inclusión de personajes nuevos que, contra toda probabilidad, resultan ser aportes interesantes a la extensa historia del personaje.
En ese sentido, la presencia de Ana de Armas, por ejemplo – si bien es breve – se agradece, porque su versión de “chica Bond” se percibe como novedosa y entretenida. Lo mismo sucede con el personaje de Lashana Lynch (“Captain Marvel”), quien emerge como una especie de polo opuesto del protagonista.
En esta quinta entrega de la saga de 007, James Bond termina encontrando su versión más humana. Esto, no sólo en comparación con precuelas de esta cinta como “Spectre” y “Skyfall”, sino también con versiones anteriores del personaje. Es sabido que la interpretación de Daniel Craig tiene elementos más callejeros y menos sutiles que otros Bond, pero sin perder el glamour característico del papel. Sin embargo, la diferencia más sustancial queda de manifiesto en esta cinta, donde el actor inglés se luce interpretando a un Bond más viejo, por cierto, y por consiguiente más imperfecto y sensible que antes.
Dejando un poco de lado la buena actuación de Craig, hay que dar un voto de distinción al apartado musical, a pesar de que esto en particular es una característica de la saga completa. Las composiciones del maestro Hans Zimmer, como siempre, encauzan al guión y ayudan a generar sensaciones de tensión y emoción de maneras que parecen demasiado naturales (aunque ya nos tiene acostumbrados). Billie Eilish, por su parte, logró componer un tema principal que se las arregla para hablar de la trama sin hacer spoilers, además de calzar perfectamente con el tono de la película en general. En otras circunstancias, no habría sido extraño que ambos estuvieran nominados a un Oscar por sus respectivos trabajos.
En general, “No time to die” es una buena película de 007. No la mejor de la saga, y tampoco la más robusta en cuanto a guión, pero logra cumplir el objetivo de despedir a Craig y su versión de Bond de la forma que él y los fans merecen. La cinta se perfila como un cierre sumamente emotivo, con un final inesperado pero bien planteado de todas formas.
En esta historia no hay tiempo para morir, y en la nuestra, no hay tiempo para olvidar al Bond rubio de ojos azules, experto en el cuerpo a cuerpo y fanático del Martini “agitado, no revuelto”. Este es un hasta siempre para Daniel Craig, pero un hasta pronto para el espía favorito de nuestra generación y tantas otras antes que esta.
Disfruta de esta película exclusivamente en cines, pero recuerda: #SinTiempoParaSpoilers
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