Tim Burton ha vuelto… Y con cambios. Dejando atrás la formula de sus últimos trabajos, incursiona en la biopic sobre una de sus artistas favoritas: Margaret Keane, la mujer que por años pintó en secreto los celebres cuadros de su marido. ¿Logrará Burton levantar vuelo después de sus últimos aterrizajes forzosos? La revisamos, y te lo contamos.
Ya lo dijimos hace un par de años, revisando “Sombras Tenebrosas”: Tim Burton está estancado. Lo sé, lo sé. Yo también soy fan, yo también admiré por años ese sello que hizo de “El Joven Manos de Tijera” y “Beetlejuice” oscuros y creativos clásicos… Pero de un tiempo a esta parte, su formula de rostros pálidos y ojerudos, Johnny Depp haciendo cualquier papel, Helena Bonham Carter metida por ahí, en escenarios “expresionista-alemanes” decorados con coros de Danny Elfman se sentía agotada. Era hora de un giro, uno radical, como el de “Big Fish” (que no en vano, es lo mejor de su filmografía reciente). “Big Eyes” es ese giro, y en gran parte funciona. O al menos, sin ser perfecta, produce lo mejor que ha hecho Burton en el último tiempo.
Amy Adams es Margaret Keane, una artista aficionada atrapada en una vida mediocre. Buscando su destino, conoce a Walter (Christoph Waltz), un pintor vividor llegado desde Paris. Se enamoran, se casan, y luchan por armar una vida juntos como artistas en pleno auge del pop-art. Las extravagantes pinturas de Margaret, retratos de pequeñas niñas de gigantes ojos, comienzan a llamar tímidamente la atención de los círculos más vanguardistas de San Francisco. Pero todo toma un giro terrible cuando Margaret descubre que Walter se está robando el crédito por sus obras… y está teniendo éxito. Así, juntos se embarcan en una gran mentira, que los llevará a construir un imperio, pero siempre a la sombra del engaño. La historia está basada en un famoso caso real, un terreno poco común para Burton pero donde ya ha tenido éxito antes (recordemos la magistral “Ed Wood”). La historia del plagio y el engaño apasiona, y Burton la toma y la desarrolla de maneras bastante efectivas y convencionales. Tal vez demasiado. Ese es el problema de “Big Eyes”: Después de verla, quedas con la sensación de que Tim Burton ya no sabe manejar su “Burtonsidad”. Si en “Sombras Tenebrosas” la mano del director estaba demasiado presente, casi fuera de control, en “Big Eyes” apenas se nota… asomando su firma en algunos momentos de pequeño surrealismo, como cuando Margaret comienza a ver el mundo con los ojos gigantescos de sus pinturas. Momentos tímidos, poco explorados y que, siendo fríos, terminan aportando nada a la historia y podrían quitarse sin mayor daño. “Big Eyes” es una película correcta, algo anémica, con una premisa interesante que sostiene todo, pero que podría estar dirigida por cualquiera. Es cierto, le pedimos a Tim Burton un giro, pero la nueva ruta quedó con sabor a nada. No está mal, pero no está bien. Al menos es un avance y un rescate de un director que siempre esperamos ver, hincándole esta vez el diente a una buena historia real (que, reconozco, me quedó dando vueltas y me hizo investigar más sobre los Keane y sus cuadros de ojos grandes), pero que se diluye y se olvida rápido.
Queda esperanza, Tim Burton sigue vivo. Ojalá logre equilibrarse más para la próxima.
“Big Eyes”, en cines desde hoy en todo el país. ¿La verás? ¿Le tienes fe a Burton? Cuéntanos tu opinión y recuerda siempre ser tu propio crítico.
Inti Carrizo-Ortiz
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