La historia nos habla de una familia, que por problemas económicos debe mudarse a un nuevo vecindario más barato (entiéndase barato en lenguaje norteamericano donde las casas humildes son de tres pisos). La película no necesita más vueltas y desde el comienzo empezamos a ver como las cosas comienzan a ponerse extrañas: árboles moviéndose, celulares quemados, muñecos mala onda, electrodomésticos funcionando por sí solos, y un portal hacia otra dimensión donde es llevada la más pequeña de la familia: Madison.

Para algunos puede resultar una película muy «fantástica», pero déjenme decirles que Polergeist es precisamente eso, fantasía con tintes de terror, aunque claro, esta película impone mucho más el susto por sobre el miedo. En la película original de 1982 el juego del «susto doble susto» es casi nulo y como solía pasar en esa época: se centra en la novedad de los efectos especiales.

Para otros puede resultar una película «fome», pero hay que tener en consideración que la última década del terror en hollywood ha sido casi exclusivamente de posesiones satánicas, demonios, exorcismos, y un millón de remakes que de alguna manera nos han obligado a olvidar otras temáticas del terror y la ciencia ficción como Poltergeist, que en definitiva es una película honesta y fiel a lo que propone.

Es una película bastante entretenida, dinámica e ideal para los amantes del terror-susto. Tiene buenos momentos de humor y nos presenta personajes «queribles» y para nada ridículos. De hecho me agrada ver personajes que en situaciones extremas, toman la decisión correcta y no van directo hacia el peligro.

Buenos efectos especiales, sobre todo aquellos que tienen que ver con el desenlace de la historia (los que vieron Poltergeist saben de lo que les hablo), las explosiones de otra dimensión me dejaron satisfecho y con una sonrisa al salir de la sala.