Nombre: Sicario: Día del Soldado
Director: Stefano Sollima
Reparto: Josh Brolin, Benicio del Toro, Isabela Moner

[Rating]: 3 / 5

SINOPSIS: Tras descubrir que terroristas están cruzando el borde desde México y Estados Unidos, la CIA envía a los agentes Matt Graver (Josh Brolin) y Alejandro Gillick (Benicio del Toro) a eliminar el problema.

RESEÑA:Cuando Sicario se estrenó hace 3 años, era difícil pensar que una película como aquella se convertiría en una franquicia. Pero eso parece ser lo que Stefano Sollima quiere. Sicario: Día del Soldado es interesante; no es una secuela de Sicario, sino más bien un punto de partida para una nueva serie de películas. Algo que yo, por lo menos, no me esperaba.

Sicario (2015), dirigida por Denis Villeneuve, pasó algo desapercibida por la taquilla, pero no por la Academia. La película recibió tres nominaciones al Óscar: Fotografía por el gran Roger Deakins, Banda Sonora por el fallecido Jóhann Jóhannsson, y Edición de Sonido. Aún así, Sicario parecía de las películas que pasan una vez cada cuantos años, recordadas por algunos cinéfilos y nada más.

Pero aquí nos hallamos en el estreno de su secuela, Sicario: Día del Soldado. La premisa no cambia mucho: claramente hay un problema en el borde mexicano-estadounidense. Resulta que los carteles mexicanos están ayudando al traspaso ilegal de personas a Estados Unidos, una de esas personas siendo un yihadista que termina bombardeando un supermercado en la ciudad de Kansas. Tal como su antecesora no fue tímida al momento de mostrar muerte y desastre, Sicario: Día del Soldado tampoco lo es.

El bombardeo, que termina en la muerte de más de una docena de personas, entre ellas niños, deja al gobierno de Estados Unidos en extrema alerta. Aquí entra nuestro personaje principal, a quien ya habíamos visto en la primera película: Matt Graver (Josh Brolin), un agente de la CIA con métodos poco ortodoxos. El mismo Secretario de Estado de EE.UU. le va a otorgar a Graver la difícil tarea de resolver el problema sin que su país se vea perjudicado. Así, se acuerda que “tal como en Irak”, la mejor manera de manejar este tipo de conflictos es hacer que los enemigos se peleen entre sí. O sea, la forma más efectiva es crear una guerra de carteles en el mismo México.

En su misión lo va a acompañar Alejandro (Benicio del Toro), un sicario que tiene su propia historia con los carteles de México. Carlos Reyes, un capo de la droga en ese país, mandó a matar a su familia hace unos años. Aquí Alejandro tiene la mejor chance de vengarse, y con Graver encuentran la mejor manera de iniciar una guerra: capturar a la hija de Reyes y ofrecersela a los “Matamoros”, el cartel enemigo.

Sicario: Día del Soldado es una crítica objetiva de Estados Unidos que recae, sin querer, en ser una parodia a la misma vez. Al parecer no es importante que tanto Graver como su compañero en hazañas, Alejandro, hayan matado a diestra y siniestra, porque dentro de sus fríos corazones hay algo de bondad. Los mexicanos — los que están vivos — son desechables, desde la pequeña Isabel Reyes (Isabela Moner), hasta los sicarios y los civiles. Se nota la ausencia de la mano de Villeneuve, que buscaba la humanidad del conflicto; Sollima busca shockear más que concentrarse en contar una historia. Lo que sí, y en esto coincide con su antecesora, es que Sicario: Día del Soldado tiene una una excelente fotografía y banda sonora, esta última que te tiene tenso la gran mayoría de la película.

La historia de Sicario no está ni cerca de llegar a su fin. Con un final casi inesperado, Sicario: Día del Soldado abre la oportunidad para la creación de una saga de crimen oscura como quizás se ha visto poco antes. ¿Será necesaria? Tú puedes juzgar: vela en cines desde hoy.

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