«Consecuencias de la guerra»
Thundercracker
¿Es un decepticon, por definición, un ser malvado, despiadado, que sólo vive para la destrucción y no le importa nada en el universo más que seguir ciegamente a su líder en las correrías de desolación por el universo?
Pensar esto sería, probablemente inocente, y llevar como autor esto a la práctica sería absurdo, cuando se trata de intentar crear una historia con matices y no un espectáculo sin trasfondo. Sí, los decepticons han hecho cosas terribles, como se menciona en las notas anteriores, pero no olvidemos que los transformes son seres con mente propia, capaces de experimentar sentimientos, tener sueños y anhelos. Es dentro de este contexto que la nota de hoy tiene un sabor distinto, porque se aleja de la destrucción masiva y las batallas por el futuro, para centrarse en un personaje secundario en general, pero que el reconocible en particular, amén que tiene una legión de seguidores; Thundercracker es el protagonista, y se encuentra en una misión de búsqueda, liderada nada menos que por Bludgeon, quien junto a varios insecticons están en la tarea de encontrar al titán Metroplex, desaparecido de la superficie cybertroniana algún tiempo atrás. Esta misión, como ya se había mencionado con anterioridad, es parte de los objetivos de Megatron, pues se dice que los titanes poseen la capacidad de crear portales espaciales, utilidad que le daría a los decepticons una ventaja táctica insuperable; desde luego, estos planes habían quedado en segundo plano por causa de los hechos relatados en las tres notas anteriores.
Es aquí donde adquiere importancia lo que piensa cada transformer, o cada decepticon, para el caso: Thundercracker siente que lo que están haciendo, rastrear y diezmar cualquier población a su paso, sólo por el hecho de poder hacerlo, es incorrecto, y en su interior esto aparece como un error, quizás no tanto de fondo, pero sí de forma. Se pregunta si está bien que simplemente destruyan, cuando podrían aprovechar sus amplios conocimientos para aplicar métodos más inteligentes; es un seeker, su misión principal es rastrear, y ahora está en medio de una misión de búsqueda teñida con la sangre de seres inocentes, que sólo tuvieron la mala suerte de estar en el lugar equivocado, mientras él está involucrado por ser quien escuchó a Alpha trion decir que los titanes tenían la mencionada capacidad (esto sucedió en el spotlight de Orion, cuyo análisis pueden ver en esta sección).
Todo se pone peor cuanto el equipo descubre un planetoide con formas de vida en él, y aparentemente hay un rastro que podría llevarlos a Metroplex. ¿Asolar a los seres de ese sitio? Claro, es lo que hacen los decepticons, excepto que el seeker está viendo que todo eso está mal, pero se encuentra atrapado en la cadena de mando, y lo que le dicta el símbolo que tiene en el pecho. Finalmente, encuentra en una caverna al titán, pero una acción desesperada de Bumblebee por defender una vida nativa, aún si eso significara perder la suya, hace que Thundercracker tome una decisión que contraviene todo lo que es, y la causa a la que representa.
Wheelie
Muchas veces, vemos que en las batallas, los que se convierten en héroes y pasan a la historia, son grandes guerreros, portando imponentes armas y luciendo sus cuerpos poderosos ante el adversario; estandartes de la lucha por la causa, íconos a seguir por las futuras generaciones y fuente de inspiración para todos.
Pero ¿Qué pasa cuando en medio de la batalla, hay un sujeto pequeño, aunque valiente y decidido? ¿Podría hacerse notar? ¿Y cuál es el precio de esos anhelos?
Wheelie es pequeño de estatura, más que Bee, y definitivamente no formó parte de los cuerpos de orden en los albores de la guerra por Cybertron, pero siempre estuvo ahí; entusiasta, alegre y divertido, participó como apoyo, hasta que se le dio la oportunidad de salir en misión de exploración, en una época donde era necesario localizar cualquier ventaja táctica contra el enemigo. Wheelie pensó que eso sería su oportunidad de comenzar a brillar, pero una desgracia lo hizo caer en un solitario y salvaje planeta, perdiendo la nave y forma de comunicarse con las estrellas; abandonado, sólo, y con una herida en un brazo, la alegría abandonó al otrora feliz autobot, y lo obligó a forjar su destino, luchando contra un clima hostil, la falta de combustible y un ambiente que no le da tregua.
Estas adversidades sacan lo mejor de Whelie, quien, en vez de perder la esperanza por completo, se aferra a ella con todas sus fuerzas, logrando crear un nido y animándose a explorar el mundo en el que está; la sorpresa viene cuando descubre que no es el único cybertroniano atrapado en ese mundo, ya que en otra nave caída había llegado con Spyglass, Spectro y Viewfinder, este último muerto. Tras algunas escaramuzas y la alianza con un curioso nativo que cambia su aspecto y habla en rima, Wheelie no consigue escapar del planeta, pero al más puro estilo Crusoe, encuentra un amigo, y se siente en condiciones de enfrentar ese nuevo mundo, con la renovada esperanza de ser encontrado, o poder salir algún día.
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Nos leemos en pocos días en el siguiente capítulo:
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