Es, por lejos, el mutante más reconocido del universo Marvel. Desde que encarnara el papel por primera vez hace 13 años, Hugh Jackman ha hecho de Wolverine (o Guepardo, para los amigos retro-latinos) su personaje propio, y hoy regresa para meterse en la piel regenerativa de Logan una vez más con “Wolverine: Inmortal”. La revisamos, cortesía de Fox Chile, y te traemos este comentario a la manera vintage de Canal Freak: “Sin spoilers, sin verdad absoluta”.
Hay que decirlo: “X-Men Origins: Wolverine” era bastante… pues, mala. Si, no solemos usar ese epíteto tan tajante aquí, pero viéndolo en detalle, aquella versión estéril, infantil y sobrecargada del origen de Logan y el proyecto Arma-X está bastante lejos de la redención. Por ello, una secuela nuevamente inspirada en Wolverine parecía improbable, además de indeseable. Pero Hollywood sorprende (a veces para bien, a veces para mal), y se lanzó a la piscina con esta “Wolverine 2”, esperando que nos olvidáramos de la existencia de aquel extraño engendro llamado “Origins”. Por suerte, Fox se arriesgo y fue un poco más lejos (lo más lejos posible de aquella precuela), situando su nueva aventura mutante después de los eventos de “X-Men 3: La Batalla Final”, la última parte de la serie que viera nacer a los mutantes en el cine y que reinauguró realmente la moda de los superhéroes en la pantalla grande que hemos disfrutado durante la última década. La movida funciona: no sólo podemos saltarnos todo “Origins” de plano y fingir que nunca existió, tenemos aquí a un Wolverine con más bagaje, viviendo las consecuencias de sus actos en las últimas aventuras de los X-Men y perseguido por el fantasma de Jean Grey (Famke Janssen, retomando su rol). Jackman arma un Logan más atormentado, reflexivo y menos “salvaje” que en la cinta anterior, tono que le acomoda bastante mejor (y que definitivamente le acomoda mejor que cantar…). La aventura se desata cuando el mutante en penitencia es visitado por Yukio, una asesina enviada por un personaje del pasado remoto de Wolverine. Logan acompaña a la mensajera hasta el lejano Japón, donde se encuentra con Yashida, un moribundo magnate japonés al que Wolverine le salvó la vida durante el bombardeo de Nagasaki en la Segunda Guerra Mundial (retratada en una bastante espectacular secuencia). El encuentro con Yashida involucra a Wolverine en una intriga por el control de su imperio tecnológico, plagada de acción (el gran fuerte de la cinta) y romance, cuando Logan luche por proteger a la nieta de su octogenario amigo. “Wolverine Inmortal” es una película sencilla, que se sustenta por si sola y divierte lo necesario. Al igual que “Origins”, es el guión donde encuentra la cinta su talón de Aquiles, aunque innegablemente es una tremenda mejora en relación a la entrega anterior. Con un ritmo dispar, algunos peros en la trama y el casting, “Inmortal” no es ni el desastre que era “X-Men Origins” ni la maravilla que era “X-Men: First Class”, si no más bien una pequeña aventura sin muchas pretensiones pero suficiente entretención para justificar su existencia.
Y a propósito de “First Class”, una mención aparte a la movida más astuta de Fox: comenzar a juntar a sus franquicias de “X-Men” en una sola cinta para convertirla en sus propios “Avengers”. Mucho ojo con la escena post-créditos, que, hay que decirlo, es más excitante que toda la cinta completa.
“Wolverine Inmortal” ya está en cartelera en todos los cines del país. Si la viste, recuerda nuestro clásico consejo: coméntala con nosotros, y nunca olvides que lo importante es ser tu propio crítico.
Inti Carrizo-Ortiz
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